viernes, 7 de septiembre de 2012

La primera entrevista que dio Pablo Escobar


La primera entrevista que dio Pablo Escobar


Pablo Escobar


Transcurría un lunes de consejo de redacción en la revista Semana, donde yo trabajaba como periodista. Era mayo de 1983. Luego de que el jefe de redacción, la editora y el columnista estrella propusieran sus temas de actualidad y de coyuntura, cuando la sesión estaba a punto de terminar, me atreví a proponer un tema que podía terminar en rechifla o en murmuréo descalificador. “Jefe -le dije al director-, hay en Medellín un tal Pablo que aspira a la Cámara de Representantes por el Movimiento de Jairo Ortega y Alberto Santofimio, que todo el mundo dice que es un mafioso y me gustaría hacerle un reportaje”.
“Ah! sí -respondió Felipe López-, me contó Carlos Nader que es un personaje con canecas de basura en forma de caimán en una finca que tiene en Puerto Triunfo. Pero no creo que lo consiga. Vaquero, (así me llamaban), si tiene novia en Medellín vaya pero dudo que logre la entrevista”. Conocía de su existencia desde el año anterior por el constante run run en Medellín durante la campaña presidencial de Alfonso Lopez Michelsen, que me correspondió cubrir. Se hablaba entonces de un tal Pablo que estaba en las listas de Renovación Liberal como suplente de Jairo Ortega y se decía que era un poderoso miembro de la mafia.
Un amigo de mi barrio que pertenecía a una de esas familias que recientemente habían adquirido carros lujosos para la época, como Ford LTD, ¨chicaneaba¨ con que su carro Buick modelo 80 había sido el pago de ¨Los Pablos¨ por ¨una mercancía¨ que le habían comprado. Al parecer eso le daba algún caché en le mundo del traqueteo. Una vez me aprobaron los viáticos en la revista, lo busqué y le dije que me contactara con los Pablos. Él llamó a un hermano suyo que conocía una novía de un tal Octavio Piedrahita, dueño del Deportivo Pereira y amigo de los Pablos. Él me pondría en contacto con ellos.
Viajé a Medellín sin fotógrafo porque nadie en la revista creía que yo regresaría con la chiva. Me llevé una Olympus como las que usaban los fotógrafos de la carrera séptima y me embarqué.  Al llegar a Medellín en el aeropuerto Olaya Herrera me esperaba Sandra, la amiga de mi amigo y novia de Piedrahita. Una hermosa paisa que conducía como en el autódromo y cuya minifalda se trepaba hasta la tentación, pero yo iba concentrado en mi entrevista, o mejor, en cómo reaccionaría mi entrevistado.
Sin más vueltas me llevó a la discoteca Kevins,  en apogeo por esos días y cuyo dueño era un tal ‘Pelusa’, socio de Escobar y de nombre Jose Ocampo, dueño también de una famosa finca ganadera en Necoclí llamada la Virgen del Cobre. Tan pronto llegamos y Sandra se disponía a parquear su Reanult 18, vio algo que le produjo una inesperada reacción, palideció y se escurrió por debajo del volante. Me dijo, “bájese, ahí adentro debe estar Pablo Escobar, pero no lo puedo llevar porque no saldría viva de aquí. Vaya y pregunte por él, que tenga suerte aunque no creo que le de la entrevista”.

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