viernes, 7 de septiembre de 2012

Alberto Santofimio promovió a Pablo Escobar en la política.


Alberto Santofimio promovió a Pablo Escobar en la política
Santofimio y Escobar

Yo quedé toteado del susto y fui entrando tímidamente al salón donde había una especie de reunión. Eran casi las 7 p.m. y había una convocatoria a un Foro Nacional de Extraditables.  El acto ya había comenzado y pasé inadvertido. Me acercaba poco a poco a la tarima para identificar los personajes que estaban en la mesa que presidía el acto y me abordó un moreno grueso con cara de todo menos de anfitrión. “¿Quien eres tu? ¿De donde vienés?”  Yo desenfundé rápidamente mi carné de Semana y se lo mostré. Lo tomó y me dijo, “ya vengo, soy Faber”, y se dirigió a la mesa donde varios de los que presidían el foro hicieron un gesto no muy emotivo, y más bien dubitativo, de aprobación.
“Que puedes estar en el Foro pero que nos gustaría saber más tarde qué es lo que vas a contar”, me dijo Faber. Yo dije que no había venido a cubrir el evento sino a entrevistarme con el señor Pablo Escobar. Con su mirada, que me atendía poco amigablemente, Faber parecía querer decirme que yo estaba loco y fue a preguntar si mi petición podía cumplirse.
Faber se dirigió a un señor de bigote con aspecto de malhumorado, pésimamente vestido, peinado vaselino y quien no hacía más que mirar como bobo a una de sus compañeras de mesa, Virginia Vallejo, una diva de la televisión famosa por sus piernas y su glamour, que conducía el evento al lado del conocido ex magistrado Humberto Barrera Domínguez y del controvertido exparlamentario anapista Gabriel Zapata Izasa. Ese hombre con cara de conductor de buseta bogotano me miró con reserva desde lejos y me mandó decir: ¨que me espere¨.
Yo comencé a hacer la cuenta regresiva, aunque no dejaba de ser interesante que alguien que pidió la palabra contaba que un colombiano de nombre Carlos Arango iba a ser ejecutado en la silla eléctrica en Miami por esos días y proponía que el Foro Nacional de Extraditables pidiera al gobierno colombiano que exigiera a los Estados Unidos no aplicar una pena que no existía en Colombia. En efecto, surgió un movimiento de reclamaciones hasta de la Comisión Andina de Juristas que logró que los jueces de la Florida cambiaran la silla por cerca de 20 años de prisión. Irónicamente, tan pronto Carlos Arango cumplió su pena, hace unos cinco años, regresó a Medellín donde fue acribillado salvajemente.
Cuando el foro terminaba Pablo Escobar se apresuró a saludarme. En tono entre paisa y altanero dijo: “Buenas noches, periodista, nosotros respetamos mucho la revistaSemana y al doctor Alfonso López, por eso le voy a conceder la entrevista. Quédese en el Inter y nos vemos mañana a las 12 en el lobby”. Me hospedé esa noche a dos calles en el Hotel Intercontinental pero casi no dormí. Esperaba con ansiedad la entrevista y me causaba curiosidad mi entrevistado. Dos días después, cuando me fui a chequear para salir  del hotel me dijeron que mi cuenta estaba paga. Botones y recepcionistas me pidieron el taxi para el aeropuerto.

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